Me hago esa pregunta muy seguido cada vez que pienso en New York. Yo creo que sí, pero más que amar el lugar en sí, creo que amo cómo me siento, lo que me transmite, lo que mis ojos pueden ver, todo lo que soy cuando estoy ahí.

Conocí esta ciudad cuando tenía 20 años y pienso ¿por qué esperé tanto para conocerla? No sé, realmente, pero quiero creer que llegó en el momento justo. La primera vez que la visité fui del aeropuerto a la ciudad en subte, realmente no iba muy esperanzada, el objetivo principal era ver a mi novio que vivía en una ciudad cercana, pero la sensación que sentí al momento de subir las escaleras del subte y escuchar los ruidos típicos, oler los olores, ver esa gente, la sentí pocas veces en mi vida. De alguna forma yo sentí en un instante que ya pertenecía a este lugar y que acababa de convertirse en mi lugar en el mundo.

Quedé cautivada; fue amor a primera vista. Y luego volví. Y volví. Y siempre voy a volver, porque su inmensidad nunca se termina de conocer. ¡No por nada es la ciudad que nunca duerme! 

En Vamos a New York pueden encontrar mis aventuras, desde los rincones más icónicos hasta los tesoros escondidos de esta ciudad fascinante. Comparto mucho más que fotos y videos: hablamos de viajes, cultura y estilo de vida. 

Una parte especial de mi trabajo es el diseño de itinerarios personalizados y consultorías de viaje. He tenido el privilegio de colaborar con viajeros de todo el mundo, ayudándoles a planificar sus escapadas a New York.

Desde sugerencias de restaurantes locales hasta rutas fuera de lo común, mi objetivo es crear experiencias únicas que hagan que cada viaje sea inolvidable.